Diumenge de Pentecosta - 31 de maig - Evangeli

(Comentari bíblic interconfessional publicat en el butlletí d'informació parroquial "Diàleg", especial del diumenge de Pentecosta, de la parròquia de Sant Pere de Gavà)


Juan 20.19-23


La encarnación de Jesús es la perfecta expresión del deseo de paz y amor que hay en la voluntad del Padre.
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.” Luc 2:14
Cantaron los ángeles siendo admirados por la profundidad y anchura de la gracia y misericordia Divina.
Habían pasado los años de ministerio en la tierra y había cumplido la misión de paz para lo que había venido, misión que le llevó a la cruz para dar salvación a los que tienen fe en El.
Los discípulos estaban abatidos, hundidos en la desesperanza y sin hacer pie por causa de la desaparición del maestro.
En ese momento Jesús ya resucitado se presenta a ellos para levantar a sus amados discípulos y les dijo: Paz a vosotros.
La fe de ellos necesitaban una confirmación especial y al enseñarles las cicatrices en sus manos y el costado se llenaron de gozo.
Pero aún necesitaban algo más, necesitaban el soplo de Cristo.
Esas mismas personas que negaron al Maestro se convierten en unos valientes que empiezan a predicar sin miedo, dando testimonio de Jesús y de eso nos habla el libro de Hechos.
Esos pescadores y personas sencillas , asombran a todos sobre el conocimiento de las Sagradas Escrituras.
Esos mismos temerosos son empujados y sin miedo realizan milagros, como el del paralítico a la entrada del Templo, o con los enfermos que la gente saca a la calle para que les toque al menos la sombra de Pedro al pasar, y así eran curados.
Se dedican a la oración en el templo y en las casas y lo que se convierte en algo vivo y deseado.
Todos ven cómo los discípulos se aman y no tienen más que un solo corazón.
Escuchan sin cansarse la doctrina del Señor Jesús, enseñada por los Apóstoles.
Fueron enviados enmedio de enemigos para dar testimonio de la verdad.
Nosotros también necesitamos la Palabra de Dios y el Espíritu Santo para poder ser esos defensores de la verdad de Dios en el siglo XXI, igualmente que aquellos hombres lo fueron en el Siglo primero.



Pastor Rafael Díez

Església Evangèlica


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