Diumenge 21 de durant l'any - 22 d'agost

¿Es la salvación un tema que preocupa al hombre actual?


A punto de concluir el mes dedicado a todas las vocaciones remarquemos, hoy, un tema muy importante propuesto por la liturgia, a saber, la salvación. Pero ante todo, quisiera empezar con una cuestión evidente en nuestro momento histórico-cultural, es decir, ¿es la salvación un tema que preocupa el hombre actual? O aún, la vida ordinaria del hombre contemporáneo, en la constante lucha por la supervivencia, ¿permite dedicar un determinado espacio al tema de la salvación? En una palabra, ¿importa para todos nosotros, cristianos o no cristianos, salvarse de algo o de alguna cosa? Tales inquietudes también estaban presentes en el grupo selecto de Jesús, pues la desconfianza, además de ser algo muy valioso en nuestra vida, también nos hace pensar sobre nuestras convicciones, ni siempre claras o, como mínimo, sospechosas, pues tanto para cristianos o no cristianos esa es, de hecho, una de las pocas realidades que nos conduce a la angustia existencial-espiritual mas profunda, de lo contrario, nos parece que estaríamos equivocados de raíz.

Según Jesús, la salvación está destinada, fundamentalmente, para todos, no habiendo pues, determinados privilegios de raza, condición social o geográfica. Así, no es una posibilidad exclusivamente cristiana, aunque muchas veces los que dirigen de algún modo a los cristianos, pensamos que el Misterio está presente solamente en nuestras formas rituales, en nuestras doxologías y, no pocas veces, en normas desproveídas de amor y compasión. Eso nos hace pensar que, tanto paganos y cristianos pueden, potencialmente, condenarse, caso no reconozcamos los signos divinos presentes especialmente en la comunidad, optando a cerrarse en nuestra autosuficiencia, práctica, también presente dentro de la iglesia. No pocas veces, me quedo pensando por qué insistimos tanto en instalar determinados conceptos o formas para entrar en sintonía con Él, cuando la creatividad de cada pueblo y de cada cultura, aflora con naturalidad, formando, magistralmente, una plegaria viva, pertinente y, casi siempre, más significativa que ciertas indicaciones litúrgicas. Pero, para eso los expertos en esa rama tienen una fórmula lógica muy directa, pero equivocada: piensan que la uniformidad es el único medio de lograr la unidad. Pero, también pienso que lo prescrito ayuda a instalarnos en la comodidad y en la pasividad, aunque sea en nombre de la obediencia o de la fidelidad.

La oportunidad que nos ofrece la liturgia de este domingo, no es solo invitarnos a pensar sobre realidades teleológicas y sin, creo, pensar sobre el estilo de eclesiología que la iglesia contemporánea está expresando. De este modo, la pregunta central del Evangelio no gira en torno sobre el aspecto cuantitativo –Señor, ¿serán pocos los que se salven?–, sino sobre el compromiso responsable y, sobre todo, capaz de desinstalarnos de nuestras seguridades, aunque estas sean tan agradables. Pienso que cada vez más, y la historia es testigo de ello, estamos perdiendo el olor y el sabor de una iglesia verdaderamente divina, pero también humana y participativa. Por otro lado pienso si nuestro modo de presentar la propuesta de vida y salvación del Señor, responde suficientemente con las esperanzas de los cristianos, de aquellos que buscan construir y sentir una experiencia verdaderamente espiritual, sin necesidad de pasar por tanta burocracia, sin legalismos, sin formalidades que, infelizmente, inhiben que el Espíritu Santo opere gratuitamente, pues gratuita es la salvación de Dios. Pero, para eso, temo que aún no estamos listos, infelizmente.



Mn. Luiz Carlos Rocha

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