Diumenge 14 de durant l'any - 8 de juliol
Marcos 1:6-8 ; 7-12
Mar 1:6 Y Juan
estaba vestido de pelo de camello, y
tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel
silvestre.
Mar 1:7 Y
predicaba, diciendo: Viene detrás de mí el que es más poderoso que
yo, a quien no soy digno de desatar
encorvado la correa de su calzado.
Mar 1:8 Yo a
la verdad os he bautizado con agua; pero
él os bautizará con Espíritu Santo.
Juan era una persona muy especial. A diferencia de
los fariseos y saduceos él no llevaba
ropas finas. Tampoco se preocupaba demasiado de su talla o el color. Más bien le
preocupaba lo que Dios pensase de él, y si su interior estaba de acuerdo con el
agrado Divino.
Podemos decir
que su mensaje va a conjunto con su ropa
, áspero, duro, tajante. A diferencia del mensaje permisivo que hoy abunda en
nuestra sociedad, donde se multiplica el “todo vale”, “vive y deja vivir” y el “haz
lo que quieras, no pasa nada”.
¿Cuál sería la
critica actual a Juan , si se emitiese una de sus predicaciones en televisión?,
¿Qué palabras se quitarían de su mensaje?, antiguamente los israelitas se
acercaban a Dios arrepentidos y lo cierto es que hoy las personas también lo
necesitan.
La
alimentación de Juan tampoco era muy común. Era totalmente diferente de lo que
comían en los palacios y en los comedores pudientes, pero él era un hombre
común que no buscaba las seducciones y atracciones mundanas. Está claro que los cristianos
no deben vivir como este mundo vive, con su alocamiento, embotamiento y ceguera
pues en la dieta del creyente debe haber alimento espiritual a base de langosta
silvestre y miel de la Palabra Divina es decir la Biblia y separar nuestro
corazón de lo que no agrada a Dios.
Juan estaba dispuesto a hacerse a un lado para que
Jesús brillara porque sabía que el Cordero de Dios es el único que puede salvar
y cambiar a cualquier persona. El no predicaba para ganar el favor de los
hombres ni para hacer un gran ministerio. Tampoco para atraer a las multitudes.
Predicó un mensaje capaz de transmitir la necesidad que toda persona tiene de
acercarse al Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo y nuestro pecado, si vamos a sus pies.
Pastor Rafael
Díez
Iglesia Evangélica
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