Diumenge 26 de durant l'any - 30 de setembre

Todo bajo control?


Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros.
Jesús contestó: no se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Cualquiera que les dé a vosotros aunque sólo sea un vaso de agua por ser vosotros de Cristo, les aseguro que tendrá su premio. A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que lo echaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello.




El Evangelio de San Marcos en el capítulo nueve nos relata un diálogo entre Juan y el Señor Jesús: había “otra gente” llevando el Evangelio, liberando a las personas de maldiciones y demonios.
Los líderes cristianos muchas veces tenemos una actitud similar. No nos gusta que “otra gente” lleve el mensaje de Jesús en nuestra ciudad.

Es positivo que los líderes de las comunidades cristianas tengamos una real preocupación por las personas de nuestro barrio, pero reconozco que a veces me molesta que “otra gente” tenga éxito haciendo lo que yo también hago. Me da vergüenza reconocerlo y es una actitud que debo cambiar.

Jesús dijo “no se lo prohíban”. El Evangelio no tiene copyright. Cuantas más personas expulsemos demonios y llevemos el Evangelio, el Reino se extenderá con mayor velocidad por toda esta tierra. No somos dueños del mensaje, sólo mensajeros.

Cada día somos más los que deseamos que el Evangelio se divulgue y se que muchos líderes cristianos están comprometidos a cambiar esta situación.

Por muchos años nos hemos comportado como un gueto, un espacio donde hay hombres controlando lo que se hace y se dice. Nuestros templos nos han hecho poco accesibles, intransigentes y a veces nos hacen parecer fanáticos. Invitamos a la gente a “venir” a nuestras celebraciones litúrgicas (aburridas, por supuesto) y nos hemos olvidado que Jesús quiere caminar por la calles liberando endemoniados.

Cuanto me alegra saber que muchos sacerdotes católicos, diáconos y pastores evangélicos nos vamos dando cuenta de que el Evangelio tiene que correr sin importar el mensajero, ni el rótulo que le denomina.

Vivimos tiempos donde la gente necesita desesperadamente a Jesús y no hay tiempo para promover entidades ni instituciones religiosas, por más sublimes que éstas parezcan.

No podemos “controlar” el Evangelio; dejémoslo correr en las calles de nuestras ciudades, que salga de los templos y cada creyente lo lleve donde sea.



Fernando Lovero

Centre Betània Castelldefels





Comentaris