Diumenge 22 de durant l'any - 30 d'agost de 2015


Marcos: 7, 1-8a. 14-15. 21-23

En la biblia existe un término central para comprender teológicamente al hombre: el corazón (Lev en hebreo), cuyo sentido sobrepasa lo fisiológico o poético, ya que se refiere al hombre y su esencia, es decir, a su fuerza y centro vital; recordemos que para la mentalidad hebrea en el hombre no hay separación entre espíritu y cuerpo, es una unidad total.

El pasaje del evangelio que estamos comentando es un episodio que nos presenta San Marcos, en donde hace un esfuerzo por traducir el ambiente oriental al occidental (Roma), sobre todo la posición de Jesús ante las costumbres religiosas Judías, las que consideró un culto vacío porque hacían prevalecer las tradiciones humanas y dejaban atrás el mandamiento de Dios.

Karl Barth dice que el Evangelio de Salvación no necesita buscar ni rehuir la disputa de las religiones o de las ideologías mundiales, pues no es una de tantas verdades, sino que pone en cuestión todas las verdades existentes, porque es la Verdad absoluta, es decir, que el Evangelio de la Resurrección es la fuerza de Dios que deja al descubierto las mentiras del mundo.

En este sentido, el beato Oscar Romero dice que en este pasaje bíblico Jesús revela un triple vacío que descubre a la religión falsa:

a)                  Vacío de interioridad: «No es lo que entra de afuera lo que mancha el corazón si el corazón no lo quiere recibir. Es lo que sale del corazón manchado lo que hace sucio al hombre y al mundo». La interioridad consiste en que Dios no tenga que quejarse: «El corazón está muy lejos de mí». ¡Qué el corazón esté cerca! ¡Cómo ansía el Señor la cercanía de sus hijos! Aunque sea un pecador pero vuelve arrepentido.

b)                 Vació de revelación y de verdad de Dios: «Se cuidan muy bien de lavarse las manos, de no tocar muertos». ¡Tradiciones humanas! Pero por esas tradiciones humanas han descuidado la verdadera revelación de Dios.

c)                  Vacío de obras: Yo les invito a que la lean detenidamente toda esa carta de Santiago, pone dos ejemplos: «visitar a las viudas y a los huérfanos, y conservarse limpio en el mundo». Esto es la verdadera religión. No sólo conservarse limpio sino visitar a viudas y huérfanos. Es una expresión bíblica que quiere decir: ocuparse del necesitado.

Por lo tanto, lo principal de la fe es lo interior, no las apariencias y las tradiciones humanas, Dios mira el corazón de la persona, lugar en donde existe la adoración en espíritu y en verdad. Nuestra vida tiene que estar dirigida por la revelación de Dios, no podemos cerrarnos a su verdadera voluntad manifestada plenamente en Jesucristo, de lo contrario corremos el riesgo de aquellos a los que vino la Palabra pero no la recibieron y se quedaron fuera de la salvación.  Y por supuesto, este fundamento interior nos llevará a realizar las obras que el evangelio de Mateo señala como las que verá el Señor al final de los tiempos: tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber…en fin, atender todas esas situaciones de pobreza, sufrimiento y marginación por amor a la presencia misteriosa del Señor en los más pobres y necesitados. 


Mn. Judá García

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