LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR JESÚS (MC 9, 2-10)
Para encontrar la clave de interpretación de este pasaje debemos observar
su conjunto, no abordarlo como un islote sin conexiones fuera de él mismo.
Concretamente, si echamos una mirada al capítulo anterior, nos encontramos con
el famoso pasaje en el que Jesús pregunta a sus discípulos sobre lo que se dice
de Él. Lo hace a dos niveles: primero, “¿quién dice la gente…?” y, después, “¿y vosotros quién decís que soy Yo?”.
Pues bien, ahora en este pasaje de la Transfiguración, estamos ante el
tercer nivel, ese que en cursos de idiomas o en pantallas de videojuegos
llamamos el nivel avanzado. Porque ahora yo no es la gente ni son los
discípulos los que responden. En la Transfiguración será Dios el que responda
quién es Jesús, el Hijo de Dios.
Y es que estamos ante lo que llamamos una “teofanía”, es decir una
manifestación de la gloria de Dios en su Hijo Jesús para mostrarnos que es Dios
y hombre. Pero, ¡ojo!, no es Dios Padre ni su Hijo Jesús quienes necesitan de
esta visión gloriosa. La necesitamos nosotros. Es más, en este acontecimiento
encontramos una importante clave para nuestra vida de fe.
Dios se manifiesta en la humanidad de Jesús y desea manifestarse en nuestra
condición humana. Por tanto, no debemos restar nada de nuestra condición humana
para que Dios nos haga partícipes de su gracia. No se puede hacer al santo/a
prescindiendo del hombre/mujer. Lo sobrenatural requiere en nosotros de lo
natural, que Dios ha hecho bueno (Gn 1)
Junto a esta relevante clave encontramos otros aspectos reseñables:
- Jesús no es un “all star” que vive de una apariencia “fashion”. Al
contrario, no quiere quedarse en lo superficial, y por tanto el Padre nos dirá
“escuchadle”, es decir, permitamos que entre en nuestras vidas y otorguémosle
un lugar y un tiempo provilegiados.
- Resulta curioso que, de repente, desaparezcan Moisés y Elías. Jesús se
convierte en el centro de nuestra mirada para convertirse en el único centro de
nuestra vida. Es, además, una muy buena “pista” para que nuestra vida de fe y
de comunidad no se quede “anclada” en el pasado.
- La propuesta de Pedro tiene una doble lectura. Por un lado, el “hacer
tres tiendas” es una clara referencia a la fiesta judía de los Tabernáculos (o
de las Tiendas). Conlleva, pues, el simbolismo de anclarse en el judaísmo. Por
otro lado, también denota una cierta búsqueda de una expresión “gloriosa” de la
religión, que se aleja de la verdadera Gloria de Dios porque pretende esa gloria
desde un atajo cómodo sin pasar por la cruz.
- Y resulta muy interesante el que les ordene que no
cuenten a nadie lo que han visto hasta después de la Resurrección. Solo desde
el acontecimiento Pascual podremos entender, todo cobrará sentido, y la aparente
derrota será victoria definitiva.
Mn. Quique Fernández DP
Coordinador de la Escuela de Animación Bíblica de Barcelona
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