Diumenge 5 de durant l'any - 7 de febrer de 2021

 

“Encarnar el evangelio". Marcos 1,29-39.

El texto del evangelio que tenemos en esta semana es una preciosa escena que contiene nada más y nada menos que los elementos centrales del concepto de misión cristiana que encontramos en Jesús, en los discípulos, en el apóstol Pablo (1Cor 9,16s) y en el resto del cristianismo del primer siglo que luego llegó a ser el gran movimiento cristiano que ha llegado hasta nuestros días.

Este concepto de misión puede ser resumido con la expresión "encarnar el evangelio" y tiene que ver sobre todo con la forma en la que Jesús se implicaba en la vida de las personas necesitadas y en como esta implicación impactó tanto la vida de sus discípulos, que ellos hicieron lo mismo y esto llegó a formar parte del ADN de la iglesia desde el principio hasta nuestros días.

En esta escena vemos a Jesús que:
a) escucha sobre la situación de la suegra de Pedro;
b) se acerca a donde ella estaba;
c) la toma de la mano; y
d) la levanta, la sana y ella queda restablecida.

Si la iglesia y los creyentes queremos imitar a Jesús (y, de hecho, estamos llamados a hacerlo) debemos "encarnar el evangelio" de la misma forma que él lo hacía:

En primer lugar, estamos llamados a ser conscientes de la realidad de las personas que nos rodean, sobre todo si estas gentes están en medio de realidades alienantes, sufrimiento, enfermedad y pobreza. Los creyentes no debemos girar la cara a la miseria del mundo.

En segundo lugar, estamos llamados a acercarnos a esa realidad. La iglesia y los creyentes no podemos pretender ayudar a los demás "desde lejos" o "desde fuera", necesitamos acercarnos lo suficiente como para entender exactamente qué está experimentando el otro. Es decir, necesitamos saber cuál es la necesidad real del otro.

En tercer lugar, estamos llamados a implicarnos en la realidad del otro. El tipo de implicación que Dios espera de nosotros la tenemos muy bien explicada en la historia del buen samaritano (Lc 10,25-37). Implicarnos es empatizar con el otro y comprometernos con su situación.

Y en cuarto lugar, estamos llamados a restaurar la imagen de Dios en la vida de las personas que nos rodean. Si bien es cierto que el resultado de nuestro esfuerzo no depende de nosotros, sino de la gracia de Dios, también es cierto que estamos llamados a no descansar hasta ver como la imagen de Dios se empieza a reflejar en la vida de las personas que nos rodean.

Esta era la misión de Jesús, esta fue la misión de la iglesia, esta es la misión que Dios desea que encarnemos hoy.

 Nelson Araujo

 

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