EVANGELIO DEL
SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD
JUAN 1, 1-18
De
entrada merece dedicar unas primeras palabras introductorias sobre este texto
que conocemos como Prólogo del Evangelio de Juan. De muchos es conocido que este
prólogo es un añadido de una posterior redacción. También se puede considerar
uno de los textos de una interesante trilogía: Génesis 1 presenta la creación
de Dios Padre; Juan 1 la enlaza con la Encarnación del Hijo de Dios; y
Apocalipsis 21 nos renueva esa creación con “un cielo nuevo y una tierra
nueva”.
Ya
en el texto, en su inicio (v. 1-3) se nos conecta de forma bien explícita este
prólogo con Génesis 1. Pero con una valiosa aportación: si en Génesis 1
aparecen el Padre Creador y el Espíritu, “soplo de Dios”, ahora en Juan 1 se
suma la Palabra, el Verbo, el Hijo, que también desde el principio es Dios.
Dos
aspectos importantes se desprenden de ello: primero, que Dios es eterno, es
increado y es creador; y segundo, que desde toda la eternidad Dios es Trino
(Padre, Hijo y Espíritu Santo)
Ahora
bien, se oye mucho decir que Dios creó de la nada. Y eso, estrictamente, es
falso. Nunca ha habido “nada”. Porque si en algún momento hubiera podido haber
“nada” ahora seguiria habiendo nada. Es tan fácil como hacer la prueba de la
multiplicación. Multipliquemos cero por la cantidad que queramos, que por
elevada que sea el resultado seguirá siendo nada. Porque la nada solo produce
nada. Eso lo sabe el Catecismo de la Iglesia que pone entre comillas ese “de la
nada”.
Es
que el prólogo de Juan habla de logos y de verbo, es decir de existencia y
acción, de luz y encarnación. Sí, con Jesús Dios entra “en acción”, no se queda
en sustantivo conformista y resignado sino que se muestra verbo que transforma.
Y la guinda para esa transformación está en que Dios, por medio del Hijo,
quiere contar con nosotros: Juan vino como testigo para ser testimonio de la
luz (v. 6-8) y Jesús nos dirá “vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 14)
Puede
parecer que este es un texto más teórico que práctico, puede ser... pero igual
que para conseguir hacer funcionar la tecnología es necesario saber que tecla
tocar y que cable conectar, y muchas veces nos es necesario acudir al manual,
pues bien, de la misma forma este prólogo se redactó para dar sentido a todo el
Evangelio, para desde el primer momento saber darle al “on” de la
interpretación; Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios, es Dios mismo.
Mn. Quique Fernández DP
Coordinador de Escuela de Animación Bíblica
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