Diumenge 2 de Quaresma - 13 de març de 2022

 

Filipenses 3:17-4:1

En este texto, da la sensación de que nos encontramos a un apóstol Pablo, muy seguro de si mismo, tanto que incluso se “atreve” a decir que seamos imitadores de el y de los que se conducen como él. No tendría sentido sin leer los versículos que preceden a este texto, en los cuales el propio apóstol habla de sus logros como persona y como lo desecha y lo tiene todo por basura, por la excelencia del conocimiento de Cristo.Esa imitación no es solo en eso, sino que también en sus palabras de ánimo en seguir hacia el supremo llamamiento y no pensar en que ya lo había conseguido. Las palabras de olvidar el pasado, nuestros aciertos y nuestros errores, y extendernos hacia adelante, como diría en otro texto: “puestos los ojos en Cristo, el autor y consumador de nuestra Fe”.

Ese ejemplo y ese llamamiento queda expresado en los versículos siguientes, en los que nos habla de dos tipos de personas. Por un lado, los que piensan en lo terrenal, y en satisfacer los deseos de la carne, y cuyo pensamiento solo se centra en lo que están viviendo en el “día a día”. Todos aquellos que se jactan de ser muy espirituales y de tener “ganado el cielo” por sus méritos y buenas acciones, y que según vemos en las palabras del apóstol, forman parte de la Iglesia, como institución, ya que el pensamiento que Pablo tiene hacia ellos, es de pena (lo dice llorando del dolor, que eso le causa), pero que no actúan conforme a verdaderos Hijos de Dios. El apóstol no duda en calificarlos como “enemigos de la Cruz de Cristo” y es en ese sentido en el que quizá podemos pensar en lo exagerado de esta visión o en intentar relativizar esa conducta, quedándonos en que no son buenos seguidores de Jesús. Pero no debemos olvidar las propias palabras del mismo Jesús, y que seguro que Pablo tenía en mente, cuando habla de que: “el que no está conmigo, está contra mí”, o “el que conmigo no siembra, desparrama”. Jesús nos ofrece el perdón y la Salvación si le aceptamos como Salvador y Señor de nuestras vidas, y no podemos dejar a un lado el significado de Señor. Quizá en nuestro tiempo es difícil de entender este término, pero en aquella época hablar de señor es hablar de “dueño”, “amo”, “propietario”; son términos que nos hacen ver que EL es el dueño y propietario de nuestra vida y que todo lo que somos y todo lo que tenemos le pertenece a EL. Es solo cuando se muestra, y se demuestra a los que nos rodean, que eso es así, cuando podemos denominarnos Hijos de Dios y obtenemos esa reconciliación con el Padre a través de la obra de Cristo en la cruz. Lo contrario es ser “enemigos de la cruz”, ya que, si desvirtuamos el sacrificio propiciatorio de Cristo en la cruz, no hay NADA que nos pueda hacer aceptos delante de Dios, y como en otro texto se nos dice: “pisoteamos la cruz de Cristo”.

Posteriormente nos habla de los que tienen sus ojos en Cristo y no se centran en sus vidas terrenales, ya que como el apóstol dice, todavía nuestro cuerpo es un cuerpo de humillación y debemos esperar a que sea “glorificado”, pero aún así viven sus vidas sabiendo que estamos en este mundo “de paso”, no somos ciudadanos de él, sino que nuestra ciudadanía está en los cielos y nuestra mirada esta puesta en ese cielo del cual esperamos la venida de Nuestro Señor Jesucristo. Pero ya no será en humillación, sino que será una venida en Gloria y gran poder, como dice Apocalipsis: “todo ojo le verá y toda rodilla se doblará ante el REY”, y como acaba diciendo Pablo, seremos transformados a SU IMAGEN y podremos gozar de una vida eterna en SU PLENITUD.

Y termina el apóstol con el versículo 1 del capitulo 4 diciendo: “estad firmes en el Señor”, con todo lo que nos ha dicho y sabiendo donde debemos prestar nuestra atención y fijar nuestra mirada, como no vamos a poder recordar el texto de Romanos 8:35-39: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? NADA podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro”. AMÉN.

Pastor Joan Marc Ortega

 

Comentaris