Diumenge de Rams - 10 d'abril de 2022

La entrada triunfal en Jerusalén

Entre Betania y Jerusalén, está la aldea de Betfagué. Allí comisionó Jesús a dos de sus discípulos para que fuesen a buscarle una montura. Era algo ya profetizado (Zacarías 9:9) y desde luego los dueños del animal consintieron en ello (Lucas 19: 33 - 34).

Jesús no iba a hacer su entrada en Jerusalén como un rey político o militar; por eso no hubo caballos blancos ni vestiduras de monarca. Muchísima gente hubiese querido que fuese así, quizás entonces le hubieran tenido por digno de ser llamado “Hijo de David”. Pero Él, prescindiendo de aquel glorioso pasado israelita, entró en la ciudad sobre un humilde pollino; como lo que Cristo fue: un Siervo-Rey, todo a la vez.

Cuando ya bajaban del monte de los Olivos, camino del Torrente de Cedrón, muchísima gente le honró a su paso tendiendo sus mantos ante Él. Durante la Pascua (faltaban solo cuatro días), la ciudad se llenaba de judíos que venían de lugares muy distintos. Cada año era un tiempo propicio para tener la expectativa de un Mesías. ¡Y... Aquél hombre...!

Muchas ramas de palmeras y olivos fueron cortadas para poderlas agitar o echarlas en el suelo. Era una forma de salutación y de reconocimiento entre el pueblo judío...

“¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. Gritaba la muchedumbre sin cesar. Tal era así que algunos llegaron a preguntarse...: “¿Quién es este?”(Mateo 21:10). Esa fue, aquel día, primero de la semana, la gran pregunta: ¿¡Quién era Aquel, en torno al cual se montaba revuelo semejante!? De momento; solo era Jesús, el profeta de Galilea. Desde luego que casi todos los que se habían desplazado desde allá, ya le conocerían; algo sabrían sobre Él. Había hecho tantísimas “cosas” por aquella zona...

¿Hay alguna lección para mí, para nosotros, en aquella historia?.

Y se me ocurre pensar con qué facilidad las personas somos “arrastradas” por el momento ambiental.

En aquella entrada triunfal, todo el mundo estaba voceando honrando al recién llegado. Cuatro días después, el mismo público seguía gritando, pero entonces, los “jaleadores” les habían insuflado otra consigna; entonces gritaban a coro: “Crucifícale, crucifícale” (Marcos 15:13).

Hoy, a mí, también me toca hacer una decisión selectiva a la misma pregunta, aquella de: ¿Quién es Este?. La respuesta personal que dé a ello, marcará el lugar donde YO vaya a pasar el Más Allá.

Podrá ser a Su lado, o lejos de Él. ¿Qué voy a decidir? Es para reflexionarlo.

Bendiciones y Buena Pascua.

Lluís Brull