Diumenge 30 de durant l'any - 23 d'octubre de 2022

SENO DE ABRAHAM Y EL "HADES"

(parábola del Rico y de Lázaro - Lucas 16).

A través de la tredición se la ha dado nombre al hombre rico de la parábola: Epulón.

Vamos primero a referenciar los dos lugares a “los que fueron aquéllos personajes”:

Uno es el “Seno de Abraham”. Un símbolo del Cielo. Para los judíos es un lugar intermedio donde los justos (sus almas) van a aguardar el tiempo (día) del Juicio. La fiesta celestial. Allí fue el mendigo llamado Lázaro.

El Otro es el “Hades”. Equivalente al hebreo “Seol”. También un estado intermedio donde quedan los perdidos, en espera del juicio. Allí fue el Rico de nuestra parábola.

Y Cristo relató una conversación entre Abraham y el Rico difunto. Una conversación que ocurriría después de la muerte. La verdad es que no sabemos hasta dónde pueda ser imaginaria o cierta; pero sí que están muy claras las implicaciones en cuanto a lo que nos quería enseñar el Señor, cuando la pronunció:

a) Que los ángeles están presentes en la muerte de los santos (apartados, escogidos) para llevarlos a la gloria (Lc 16:22).

b) Que los perdidos estarán en un tormento continuo (Lc 16 : 24).

c) Que entre unos y otros, hay un abismo intransitable. Eso implica que con la muerte, terminan las oportunidades para poder ser salvados (Lc 16 : 26).

d) Que las Escrituras bastan para que una persona pueda arrepentirse de su modo de vida (Lc 16:31).

e) Y, desde luego, que las normas por las que se rige nuestro actual mundo (ricos, pobres, primeros lugares...) no tienen nada que ver con las que se rige el Mas Allá. Los baremos con los que el Señor mide, no tienen nada que ver con los nuestros; de ahí que vamos a ver (y tendremos) muchas sorpresas (Lc 16:31).

Pero... nuestro DESTINO... lo hemos de buscar nosotros; saberlo y conseguirlo, mientras estamos aquí, ahora. Es la única manera en que la Paz de Dios puede inundar nuestros corazones. Sabernos Salvos, por las Promesas dadas por el Salvador; es lo que trae tranquilidad y total seguridad a nuestra existencia.

Aquellos dos hombres, el rico y el publicano, fueron a “destinos diferentes”... La pregunta siempre será... ¿podemos saber el nuestro con certidumbre?.

Por eso la porción del Evangelio que hoy se nos propone; está muy bien acompañada por el texto del apóstol Pablo plasmado en 2ª Timoteo 4 : 7 y 8: “He peleado la buena batalla, he acabado mi carrera, he guardado la Fe...”, “... la suma de todo ello me permite que el Señor me vaya a galardonar con la Corona de Justicia”. Y eso, no será solamente para mí; sino también para todos aquellos que esperamos y aguardamos su regreso (venida, manifestación). Yo... SÍ que lo deseo. Bendiciones.

Luis Brull Torcal