Diumenge 5 de Pasqua - 2 de maig

EL MANDAMIENTO DEL AMOR

Jn 13: 31-35


En algunas ocasiones Jesús había manifestado que se acercaba su hora; en este momento es plenamente consciente de que su hora ha llegado. En este emocionante trance, en que se manifiesta la gloria del Hijo del Hombre y la gloria de Dios se manifiesta en él, se dirige entrañablemente a sus discípulos y les anuncia su próxima partida (13: 33a).

Jesús, su maestro, le ha explicado, en la práctica del diario vivir, en qué consiste el amor. En este ahora decisivo les enseña la suprema lección: el amor consiste en acoger, en ponerse al servicio de los demás sin límite ni discriminación alguna (lavado de pies), no condenar al otro ni coaccionar su libertad (traición de Judas), incluso a costa de la propia vida (Jesús no delata a Judas). El amor, que es más fuerte que el odio, debe ser la característica distintiva de los que le siguen (13: 35).

En oposición a la mosaica ley antigua, Jesús entrega a sus discípulos, nos entrega a sus seguidores, un mandamiento nuevo (13: 34-35): un comportamiento, una actitud, un compromiso, no una ley o precepto impositivo – el amor no se impone desde fuera – no una doctrina, un saber, unas observancias rituales, una reglamentación cultica. Este mandamiento entraña ser semejantes a Jesús – el único referente (13: 34) – en su desbordante amor hasta el sacrificio. Excluye toda forma de poder y de violencia. Dios no es violento, no es vengativo; es Padre acogedor, es, por pura gracia, donación de Amor. Quien no vive en este amor no ama la vida en toda su plenitud y no puede ofrecer ni amor ni vida a los demás.

Esta es su última voluntad: que la invitación permanente del amor de Dios a todos los seres humanos por medio de Jesús, lo expresemos constantemente, sin desfallecer, en obras – en hechos, no en palabras – por los otros, que haga posible una sociedad nueva, pacífica, justa. Amor fraterno, amor mutuo, el amor que el Padre mostró al enviar a Cristo, el amor que Cristo mostró al entregar su vida.

La primera carta de Juan destaca la importancia del mandamiento nuevo (1Jn 3: 11-18; 4: 7-21).



Rodrigo Segarra
Iglesia Evangélica

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