Diumenge 1 de Quaresma - 13 de març - Primera lectura

Gn 2, 7-9; 3, 1-7


La creación y el pecado original

Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos.
El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él cesó de hacer la obra que había creado. Este fue el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados.

La creación del hombre y la mujer (Gen 2:7-9)

Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo, pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces el Señor Dios formo al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida. Una vez convertido el hombre en un ser viviente El Señor Dios plantó un jardín y puso allí al hombre que había formado. Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Y es aquí donde aparece un personaje lleno de envidia y maldad que personificado (bajo la figura de una serpiente) en una serpiente quiere y arrastra al hombre a la incredulidad y desobediencia

La serpiente induce a los primeros hombres a desconfiar de Dios. Bajo la figura de serpiente se oculta Satanás mismo (Gen. 3:1). Satanás se ha propuesto contrariar las intenciones divinas y corromper al hombre. Los primeros padres dejaron de creer en la palabra de Dios “Y vio la mujer que el árbol era bueno... y comió y dio... (Gen.3:6)”. La serpiente despierta en ellos deseos de ser semejantes a Dios. Como es natural, sería absurdo admitir que los padres del género humano (Adán y Eva) creyeran poder borrar las diferencias que existían entre ellos, seres creados, y el Creador, puesto que sabemos que estaban dotados de elevados dones espirituales. Con gran probabilidad se puede afirmar que sólo querían vivir autónomamente, sin Dios, o que querían emanciparse de Dios para adquirir de este modo, autocráticamente, la perfección suprema. Como quiera que sea: Con argumentos fácilmente comprensibles la serpiente demuestra que la obediencia y la sumisión a Dios no es más que pura tontería y así seduce a los primeros hombres a desentenderse del mandato divino (Gen.3:5). Les insinúa que de este modo llegarán a ser verdaderos señores, que podrán hacer lo que quieran, sin que nadie les diga nada, que les será posible vivir según su beneplácito y tomar en las manos las riendas de su propio destino, que podrán ser como Dios mismo dentro del ámbito de su existencia. En el primer pecado se manifiestan, por consiguiente, las siguientes actitudes pecaminosas: Incredulidad, orgullo, desobediencia.

Incredulidad: La incredulidad es la raíz del pecado, esta lleva a la desobediencia. Ahora bien, la incredulidad misma no es más que un "no", lanzado contra Dios por el orgullo. Que es acertada la definición según la cual el primer pecado fue incredulidad, orgullo y desobediencia lo ponen de manifiesto los textos en que la Escritura define de este modo el pecado en general. La incredulidad es el pecado en cuanto es ella la que lleva al hombre a la muerte (Gen.3:7). Si la Incredulidad, el orgullo y la desobediencia invaden tu ser, hoy es el día en que puedes creer por fe que Dios es el Creador, tú creador y tu Señor, que por medio de Cristo a querido que te reconcilies con El. Dios te Bendiga.

Pastor Arturo Barisich
Iglesia Evangélica


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