Diumenge de Rams - 29 de març


LA ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN

Antes de llegar a la capital el Señor comisiona a dos de sus discípulos para que en la aldea de Betfagé le consigan una montura. Era algo profetizado (Zacarías 9:9) y desde luego los dueños del animal consintieron con ello (Lucas 19: 33 y 34).

Jesús no iba a hacer su entrada triunfal en Jerusalén como un rey político o militar, por eso no hubieron caballos blancos o vestiduras de monarca. Muchos hubieran querido que fuera así, entonces le hubieran tenido por digno de ser llamado “Hijo de David”; Él, prescindió de aquel glorioso pasado y quiso llegar sólo como lo que era: un rey-siervo… un siervo-rey.

Cuando ya bajaban del monte de los Olivos (Lucas 19:37), camino del Torrente de Cedrón, muchísima gente le honró a su paso tendiendo sus mantos ante Él. Durante la Pascua (faltaban sólo 4 días) la ciudad se llenaba de gente venida de muchos lugares; cada año era un tiempo propicio para tener la expectativa de un Mesías. Y… aquel hombre…!.

Muchas ramas de palmera se cortaron para poderlas agitar o tirarlas a su paso (Juan 12:13). Era una forma de salutación y reconocimiento… ¿”Quién es éste?” (Mateo 21:10). Esa fue la gran pregunta que muchos se hicieron en aquella fecha señalada… y que es una gran pregunta tremendamente también válida para el día de hoy, en pleno siglo XXI… porque, dependiendo de la respuesta que le demos a esa pregunta podemos (como se hizo entonces) cambiar nuestros gritos de júbilo (“Bendito el que viene en nombre del Señor”) en aquellos otros de: “crucifícale, crucifícale”… en solamente cuatro días.

Las masas son llevadas con facilidad a NO PENSAR. Por eso es imprescindible saber en Quién hemos creído (2ª Timoteo 1:12)… Y así SIEMPRE “gritaremos” lo mismo: Bendito el que viene en el nombre de Dios: nuestro amado JESUCRISTO.


Luis Brull

Comentaris