Diumenge 20 de durant l'any - 16 d'agost de 2015


             COMER  MI   CUERPO  (Jn 6, 51-58)

  Para los judíos este texto (y algunos parecidos) permitió el pensar en los primeros cristianos como “caníbales”. Mira que “tener que comerse la carne de su Maestro…”.

  Y encima Jesús, aún se lo complica más, al hablarles de “beber, también, su sangre”. Además el Antiguo Testamento dejaba bien clara la prohibición del beber sangre (Levítico 7:26 y 27).

  Jesucristo les estaba personificando algo que ellos no iban a entender, porque habían de discernirlo espiritualmente.

  Os voy a relatar un excelente resumen de la idea:

  “El manjar y la bebida eucarísticos, físicamente son pan y vino; pero espiritualmente son la carne y la sangre del Hijo del Hombre; verdadera comida y verdadera bebida, porque efectúan la sagrada unión del Hijo de Dios con quienes en Él creen, comunicando así la vida eterna y garantizando la inmortalidad (aunque muchos no quieran creerla). A través de esa simbología, la unión entre el Padre y el Hijo se extiende, y llega, también a los creyentes. Como el Padre imparte vida al Hijo, así el Hijo la imparte a quienes de Él se “alimentan”. De esa manera les va a conceder la Inmortalidad”. (Edwyn Hoskyns).

  Y, por encima de todo, nosotros veamos, y sepamos, con meridiana claridad que, para los creyentes, el “alimentarse”, no podemos (ni debemos) limitarlo solamente a los símbolos; sino referenciarlo a conocer la Palabra de Dios, y…!al Dios de la Palabra!.

  Bendiciones.

Lluis Brull

Església Evangèlica

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