Diumenge 5 de Pasqua - 29 d'abril de 2018
Juan
15,1-8
Jesús,
en estas palabras de despedida, insiste en la idea de permanencia como de
una necesidad para los discípulos. Una necesidad para que la vida de los
discípulos no sea estéril, para que no sean unas vidas que no sirven para nada.
Se
trata de un imperativo para todo aquel que quiera estar cerca de Jesús. Cerca
de la vida. Permanecer en Jesús, mantenerse fieles y firmes. Permanecer en la
semejanza a la forma de vida de Jesús , en sus preferencias, en todo lo que a
él le importaba.
A
menudo, los creyentes conocen las palabras de Jesús, sus gestos, sus acciones,
pero todo ello queda relegado al plano
del intelecto, del estudio, del debate… sin tener un efecto vital. Cada
creyente ha de ser un pámpano de la
vid. Se trata de una consideración desde el punto de vista de su fruto: si
queremos dar fruto debemos permanecer en él.
Se
trata, pues, de cultivar los lazos establecidos por la obediencia y el amor, de
manera la vida de Jesús (yo en vosotros)
pueda ser experimentada como una realidad consciente, responsable y vívida.
Permaneced en mí, y yo
en vosotros. Se pone
de manifiesto que el principio de esta relación (permanecer) es el amor. El
amor de Jesús que reproduce el amor del Padre y desemboca en obediencia por
parte de los discípulos, que es el fruto que dan los sarmientos.
La
alternativa, el intento de dar fruto fuera de esa relación, no da nada.
Pastor Juan Medrano
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada