Diumenge de Pasqua - Resurrecció del Senyor - 1 d'abril de 2018


       Jo 1-9

¿Quién removerá la piedra? Esa era la pregunta que se hacían las mujeres que, al amanecer del día del domingo querían ir a la tumba para ungir de nuevo el cuerpo del Señor. Las piedras se dejaban caer rodando desde un lateral; ponerlas era relativamente fácil, pero quitarlas… ¡había que rodarlas en subida!

Las Buenas Nuevas. Está descrito con claridad. La Buenas Nuevas fueron reconocidas y proclamadas primeramente por mujeres (el Evangelio completo). En aquella sociedad que sólo vivía centrada en los hombres, fueron ellas las primeras que pudieron anunciar que la tumba estaba vacía. Cierto es que, de momento, no acabaron de entenderlo (“se han llevado a nuestro Señor…”). Pero (repito), fueron las primeras en dar las buenas noticias sobre la resurrección.

Carreras alrededor de la tumba. María corrió a avisar porque la piedra tapón no estaba en su sitio (Juan 20, 2). Pedro y Juan, más joven, llegó antes; pero Pedro, el impetuoso, entró sin pensárselo ni preguntar (Juan 20, 3-8). ¡Acababan de darse cuenta de lo que había pasado!: “Vio y creyó” (Juan 20, 8), dice Juan el evangelista de sí mismo.

El Señor del Orden. Observando la posición de las vestiduras… llegaron a entender que lo que había ocurrido era algo sobrenatural (Juan 20, 6-7).

El Señor de la Verdad. ¿Por qué ninguno de sus seguidores esperaba que el Cristo resucitara? ¡El, siempre lo había dicho! Pero me da la impresión de que tampoco le creían cuando les comentó que iba a sufrir y a morir. Por eso el apóstol Juan termina su evangelio explicando el motivo que le había llevado a escribirlo: “el testimonio del discípulo que nos cuenta los hechos de Jesucristo, es un Testimonio de la Verdad” (vista y vivida por el). Pilato, el Prefecto romano, lo había dicho en aquella misma semana de Pasión: “ Que voy a hacer de Jesús, llamado el Cristo?... ¿qué voy a hacer yo con Él?”



Lluís Brull

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