Ascensió del Senyor - 2 de juny de 2019



Mateo 28, 16-20

 Sí, por la Gran Comisión muchos mártires de todos los siglos han dado testimonio de lo que es la esencia de la fe; y por la Gran Comisión se han movilizado recursos humanos y materiales ingentes para someter a pueblos enteros.  Por la Gran Comisión se  ven muchas iglesias como vencedoras o como fracasadas; por ella se nos pone en las manos una responsabilidad tal, que puede paralizarnos.
Si, la Gran Comisión, esa tarea que nos sobrepasa y nos abruma como a aquellos discípulos que trabajan tan bien junto a su maestro, que se sentía tan bien acompañados y confiados, pero que ahora deberían encarar una tarea pero de otra forma: Con una ausencia física fundamental, pero con una promesa de acompañamiento.

¡Cuántos sentimientos nos puede traer la Gran Comisión! Asumir este mandato abarca nuestra vida en su totalidad. La vida, lo que emprendemos, las decisiones que debemos tomar, el modo de vincularnos con los demás, lo que nos toca enfrentar solos o con otros, incluso los sufrimientos y los fracasos, adquieren otra dimensión desde la Gran Comisión. Pero para esta tarea, Jesús promete no dejarlos solos y acompañarlos para siempre. Esto es lo que importa,  y esa promesa es para nosotros también hoy.

En las comunidades en que soy pastor, después de participar de la Santa Cena, siempre recordamos esta promesa: siempre estaré con vosotros/as. E Insisto, siempre. Salimos de nuestra celebración dominical confiados/as en que su promesa cuza nuestra vida al completo y no sólo en los momentos en que parece que nos va bien, o lo estamos haciendo bien. No, siempre es siempre. Cuando nos sentimos sin fuerzas, cuando falla el ánimo, cuando me equivoco… siempre está con nosotros. Es una promesa que se cumple día a día hasta hoy; es, también, una promesa para mañana. Podemos confiar, podemos sentirnos seguros , podemos sentir la certeza de su presencia, de su sostén y acompañamiento, ahora y siempre.
Amén

Pastor Juan Medrano



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