Diumenge de Pentecosta
Juan 20,19-23. Una
entrega en cuatro actos.
El evangelio de este domingo de pentecostés nos
regala una escena post-pascual repleta
de consuelo, ánimo, misión y propósito. El texto se presenta como una pequeña
representación casi teatral en cuatro actos. Notamos un hermoso In Crescendo a medida que avanza
la narración. ¡Veamos!
En el primer acto los discípulos están
desanimados, entristecidos y llenos de miedo. Jesús no les deja así. Se aparece
a ellos para animarles, consolarles y empoderarles. En medio de sus miedos y
dudas Jesús se aparece y les dice "Shalom"
(paz, descanso, confianza). Siempre que tengamos dudas, que el miedo nos
invada, recordemos que contamos con la presencia del resucitado que nos dice:
"Shalom" (no temáis,
solo descansad y confiad en mi).
En el segundo acto, el resucitado les empodera
comisionándoles, nada más y nada menos que su propia misión. Ellos tendrían el
cometido de hacer lo mismo que Jesús: "como el padre me envió, así también
yo os envío". Jesús nos consuela y nos restaura con el objetivo de que
nosotros continuemos su obra.
El tercer acto es el envío del Espíritu. Juan lo
explica de forma preciosa. El Cristo taumaturgo sopla sobre
los discípulos y les insufla su propio Espíritu. En una clara referencia a
Génesis 2 cuando Dios sopla también de su propio aliento en el ser humano. Los
discípulos a partir de ahora están plenamente capacitados para hacer la misma
misión de Jesús en el mundo.
El cuarto y último acto contiene la suma de todo
lo que hemos estado viendo hasta ahora. Unos discípulos llenos de temor son
animados y empoderados. Son comisionados para seguir la misión del Cristo. Son
equipados con el Espíritu del resucitado. Y, todo esto ¿para qué? Para ir hacia
la gente y perdonar sus pecados en el nombre de Jesús. Su misión es restaurar,
consolar, liberar y en definitiva, hacer a Dios presente en la experiencia
vital de las personas. En este día de pentecostés celebramos todo esto y
asumimos alegremente este gran reto.
Pastor Nelson Araujo
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