Diumenge IV del Temps de Quaresma - Any A

SANIDAD DE UN CIEGO DE NACIMIENTO

(Juan 9, 1 a 41)

Parece que el Señor Jesús tenía una “debilidad” especial para realizar sus sanidades en el día del Sábado (Juan 9:14); y bien sabía Él, que los fariseos iban a disgustarse su interpretación “errónea” del día de Reposo.

En la narración observamos tres encuentros:

1º) Jesús vió al ciego (Juan 9:1).

¿”Quién pecó ,éste o sus padres...? En aquélla época la gente creía que la salud y las riquezas eran recompensaque Dios otorgaba por una vida justa; a la vez entendían que los desastres personales eran un resultado del pecado. Las enseñanzas religiosas del pueblo israelita, incluso “sin nacer” ya podía pecar; por éso las desgracias se podían ver como “castigos posteriores”.

Jesús corrigió a sus discípulos la idea equivocada. Cualquiera fuese la desgracia del ser humano, Jesús la convertía en una oportunidad para la sanidad y la glorificación de Dios.

El método usado por Jesús en aquélla ocasión fue especialmente para estimular la Fe de aquél ciego de nacimiento. Él no conocía personalmente al Señor; así que untándole lodo en los ojos, tras escupir en el suelo, le dio la ocasión de mostrar su fe y su esperanza, yendo hasta el estanque de Siloé (Juan 9:7). El ciego lo hizo, y fue sanado.

2º) Llevan al ciego ante los Fariseos (Juan 9:13). En una convocatoria informal, los líderes religiosos le obligan a relatar todo lo que había sucedido. Y, en aquél encuentro, volvieron a “encontrarse” peleando de nuevo, la Fe y la Incredulidad. Uno explicando que...¡ cuanto menos!, aquél desconocido para él, debía ser un Profeta !; los fariseos sólo preocupados porque se había transgredido el Sábado (Juan 9:17).

Temiendo además que el ciego pudiera mentirles, buscan el hablar con sus padres (Juan 9:20a23).

Respuestas evasivas ante el temor de que quizás los expulsaran de la Sinagoga; de hecho, les preocupaba mas “ésa” cuestión, que no la alegría por la solución de la sanidad del problema de su hijo.

La frase : “Da gloria a Dios”, era solamente una fórmula de interpelación para que se dijese la Verdad (Juan 9: 24). Y...por cierto, eso fue lo que hizo. Sin importarle el desprecio de aquéllos “profesionales de le religión”, comenzó a mofarse de ellos... “tantas preguntas, para qué?, acaso queréis también haceros discípulos de Él? (Juan 9: 27b)... Es curioso, no sabéis ni quién sea ,y el gran bien que me ha hecho a mí (Juan 9:30)... Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer (Juan 9:33)”. A esas frases se les puede llamar Discernimiento!. Aún sin conocerle, el ciego se había dado cuenta. Y...

3º) En el último y tercer encuentro, le llegó a conocer (Juan 9:35). Tras una pregunta muy directa, Jesús , le reveló que era el Hijo de Dios. Y cuando se lo reconoció, sólo acertó a decir : “Creo Señor” ¡y le adoró!.

Y sólo me resta decir: Vayamos nosotros y hagamos lo mismo.

Luis Brull

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